La paradoja de la fotosfera.
La paradoja surge de la pregunta: ¿cómo hierve el plasma
de la fotosfera,
en una placa fría, sobre la esfera oscura, con temperaturas bajo
cero?
Obviamente, la ebullición se refiere a la temperatura y la luz
de la fotosfera.
La respuesta es simple: la temperatura proviene de la lluvia. En la fotosfera,
llueve continuamente, con los núcleos fríos de las estructuras
vectoriales
del hidrógeno. En la fotosfera, la densidad del espacio vectorial
orientado
forma continuamente estructuras vectoriales de hidrógeno. Sus núcleos
de alta densidad, en caída libre, "llueve" a través
del gradiente de densidad
creciente y se convierten en un espectro de frecuencias emitidas radialmente
en forma de luz. Entre las superficies de la fotosfera, la diferencia
en la
densidad del espacio orientado es enorme. Desde la superficie interna,
las
oscilaciones vectoriales, que son espacios vectoriales con orientaciones
omnidireccionales, son reorientadas instantáneamente por la esfera
oscura.
En la interpretación energética, los núcleos de hidrógeno,
con energía
potencial, en caída y en interacción con la densificación
del gradiente,
entran en oscilaciones y la energía potencial finalmente se convierte
en
energía cinética. La lluvia, el flujo descendente de núcleos
con energía
potencial, se encuentra continuamente con el flujo ascendente de radiación
con energía cinética, polarizando el estado energético
de la fotosfera y la
temperatura. La temperatura es baja en la superficie externa y alta en
la
interna. Esta interferencia se suma al gradiente en relación con
la causa de la
descomposición del hidrógeno. En este estado perturbado
del espacio
vectorial, también se producen rayos, circuitos vectoriales macroscópicos
ortogonalmente cerrados que provocan la reproducción de estrellas.
La complejidad de las interacciones en la fotosfera se denomina actividad
estelar. El gradiente de densidad del espacio vectorial orientado muestra
lo que no se ve, excepto la imagen de las galaxias, donde sí se
ve.