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La luz no se refleja.
El reflejo de la luz es sólo una interpretación dentro de
los límites de la
concepción materialista. La concepción materialista supone
que los
fenómenos de la naturaleza son interacciones de la materia, con
formas y
dimensiones. La definición de energía es considerada como
verdad, siendo
lo racional un error milenario. En consecuencia, la electricidad es el
movimiento de "electrones", la luz es el movimiento de "fotones",
que al
reflejarse cambian de dirección de propagación cuando se
encuentran con
la superficie que separa dos medios. Nada sobre el proceso de reflexión.
Evidentemente, sin estas improvisaciones es imposible explicar la energía.
La existencia son las propiedades del vector, que se manifiestan a través
de
sus interacciones llamadas energía. Las interacciones vectoriales
forman
circuitos vectoriales ortogonalmente cerrados, convirtiéndose en
objetos con
dimensiones microscópicas, átomos de hidrógeno, materia.
En la interpretación
vectorial, la luz son las oscilaciones de resonancia de los átomos,
que se
propagan en el espacio vectorial circundante, en forma de ondas de luz.
En la interacción inversa, luz - átomos, la luz no cambia
su dirección de
propagación, ¡no se "refleja"! El espectro de oscilaciones
de la luz resuena
con el espectro de oscilaciones atómicas. La resonancia de las
frecuencias
atómicas se convierte así en una fuente de emisiones continuas.
La reflexión
resulta resonante, con función de relé, en la que los átomos
reciben y
retransmiten continuamente la energía de las oscilaciones ópticas.
Los átomos de las estructuras transparentes se convierten en relevos
sucesivos que refractan y dispersan las frecuencias del espectro.
Estas interacciones son exclusivamente de la energía, de las propiedades
del vector. La luz de la luna, por ejemplo, es emitida por los átomos
de la
luna, en continua resonancia con la luz del sol. La luz no bombardea la
fotocélula con fotones, la resonancia genera el efecto
Seebeck.