El círculo de
fuego.
Los circuitos vectoriales ortogonalmente cerrados (eléctricos y
magnéticos)
forman la estructura de la Tierra. Las fuerzas centrípetas de los
circuitos
vectoriales aumentan exponencialmente la presión de la sustancia
hacia el
centro de la Tierra. En estas condiciones, la temperatura, la frecuencia
de las
oscilaciones vectoriales, aumenta en el primer tercio del radio y disminuye
a
cero K en el circuito "eléctrico", en el núcleo.
A esta profundidad, el estado
de agregación de la sustancia pasa del estado sólido de
la corteza al estado
viscoso de la lava y al estado líquido y gaseoso de algunos elementos.
El gas, bajo la gran diferencia de presión, se desliza hacia la
superficie a través
de la capa líquida y viscosa, y en menor medida a través
de la corteza sólida.
El movimiento ascendente de los gases genera circuitos vectoriales
ortogonalmente cerrados en el gas, similares a los de la atmósfera,
causando
repetidos relámpagos o réplicas. El efecto de estos rayos,
en un espacio
cerrado con altas presiones y densidad, produce oscilaciones (electromagnéticas):
una disminución exagerada, seguida de un aumento exagerado, de
la
densidad del espacio vectorial orientado en circuitos vectoriales cerrados.
Como resultado, la amplitud de las oscilaciones produce localmente
movimientos verticales en la corteza terrestre, con ondas que se propagan
concéntricamente horizontalmente: el terremoto. Las ondas resaltan
la
elasticidad de la corteza, desmintiendo la existencia de placas tectónicas.
La corteza se erosiona y aparecen grietas, a través de las cuales
la presión de
la lava erupciona a la superficie: el volcán. La erupción
del volcán está
acompañada de gases, y estos, de rayos. La actividad volcánica
ha
modelado el relieve de la corteza terrestre, tanto externo como interno.
La conexión entre los campos de gas, los rayos, los terremotos
y los
volcanes se hace evidente. Así pues, donde ocurren terremotos,
hay campos
de gas. El anillo de fuego es también el anillo de los yacimientos
de gas y los
terremotos. En el fondo del océano, los terremotos producen tsunamis.